viernes, 3 de agosto de 2012

Una vereda y un río / Fernando Barbosa

El sonido del bosque me da la bienvenida, su esencia particular me indica que he abandonado el lugar en donde me encontraba, aquel río quieto y apacible donde moraban sosegadamente muchas criaturas ahora ha encontrado un lugar mas para correr, mi río ha llegado a tu terruño.

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Tu vereda no me es del todo desconocida, hace unos meses escucho la fauna que allí habita, he visto como ha llovido torrencialmente sobre tu tierra, vi también como después de la lluvia vino el arco iris y contemplo como en éste momento la flora intenta renacer en tus campos.

Recientemente pude recorrer una pequeña parte de tu vereda, las aguas de mi río me llevaron por tu suave campo, sabés que un río siempre fluye libre y espontáneo, pero en ésta ocasión mis aguas eran y no eran libres, se maravillaron con lo que encontraron en tu tierra, sentían el pulso y la respiración de tus senderos, tan solo la idea de recorrer y al final perder una tierra así como la tuya hizo que el cause se detuviera, que bailara en círculos, que fuera, que volviera, que enloqueciera tranquilamente en ti.

Tu vereda jugó con el nuevo río que llegó a sus dominios, lo recibió con ternura, como sacando las manos de su ser, llevo el cauce hasta su boca y lo besó, le demostró su complacencia, fue tras ese beso entre la boca de tu vereda y el río de mi ser cuando por un momento la naturaleza quiso crear un pequeño Geiser como para dejar una caprichosa marca, sin embargo las tímidas aguas de éste río se retuvieron y prefirieron tan solo compartir la respiración y los latidos de tu campo… Es posible que algún día la caprichosa naturaleza decida no esperar mas y le de un río a tu vereda y una vereda a mi río.

Bogotá - Agosto de 2012

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